ELÍAS EL PROFETA

La historia del profeta Elías (siglo IX a.C.), se aprecia en la Sagrada Biblia, traducida de la Vulgata Latina al Español, en el Libro Tercero de Reyes, capítulos 17 a 22, en el Cuarto Libro de Reyes, capítulos I y 2, y el Libro Dos de Paralipómenos, capítulo XXI; en la Antigua Versión de Casiodoro de Reina, aparece en el Libro Primero de Reyes en los capítulos 17 al 21 y en el segundo Libro de los Reyes, capítulos 1, 2 y 9. Se precisa que la versión de la Biblia señalada por la Roca Fuerte de Israel, como la que debe ser estudiada por los integrantes de la Iglesia es la traducida de la Vulgata Latina al Español, por lo que con el fin religioso que demanda nuestra asociación, se harán transcripciones de la Sagrada Biblia traducida de la Vulgata Latina al Español, y en su caso, después de cada una se señalara la cita correspondiente en la antigua versión de Casiodoro de Reyna (1569), al ser esta versión una de las mayor de difusión.
Elías predice tres años de sequía.
En el año treinta y ocho de Asa Rey de Judea (entre el 874 a. C. y el 853 a. C.), comenzó a reinar en Israel Acab hijo de Amri o Omri, quién tomó por mujer a Jezabel hija de Et-baal rey de los sidonios, mujer de origen cananeo. Acab además de su conducta reprochable ante los ojos de Dios, hizo un altar a Baal en Samaria y también una imagen de Asera (diosa cananea) lo que provocó la ira de Yahvé, en consecuencia, Elías de Tisbe (quien vestía un manto de pelo -de camello- y faja de piel ceñida a su cintura -cinturón de cuero-) se apareció en presencia de Acab, para anunciar, que como castigo vendrían sobre la nación tres años seguidos de falta de lluvia, hasta que él dispusiera lo contrario. A Elías se le decía "tisbita", porque se cree que nació en Tisbe, en las montañas de Galaad, situado al norte del rió Jaboc (hoy llamado Zerka); también se piensa que aunque Elías pudo residir en Galaad, su nacimiento fue Tisbé de Neftalí, sin embargo, no existen datos fidedignos que revelen su lugar de nacimiento o aporten de referencias de su niñez y juventud.
Jezabel ordenó asesinar a los profetas de Yahvé, pero Abdias mayordomo de Acab quien era temeroso del Dios verdadero, logró que se salvaran cien, pues los escondió en cavernas, de cincuenta en cincuenta y los alimentó con pan y agua.
Elías por orden de Dios se volvió al oriente y se escondió en el Arroyó de Querit al lado del Jordán, donde los cuervos le traían pan y carne por la mañana y por la tarde, y bebía del agua del río; cuando el río se secó por la falta de lluvia, Yahvé le ordenó que fuera a vivir a la ciudad de Sarepta de Sidón (la nación de Jezabel), pues ahí había una mujer viuda que le sustentaría.
Elías y la viuda.
Al llegar a Sarepta se encontró con aquella mujer, que estaba recogiendo leña para cocinar, al verla le pidió le diera un poco de agua en un vaso y un bocado de pan, ella le respondió que sólo tenía en su tinaja un poco de harina y otro poco de aceite en una vasija, para comer ella y su hijo, pero una vez acabado morirían de hambre.
Elías le dijo que no temiera, que primero hiciera pan para él y después para ella y su hijo, por que Dios había dicho que la harina en su tinaja no escasearía, ni el aceite en su vasija diminuiría, hasta el día en que volviera a llover sobre la tierra. La mujer hizo lo que el profeta le pidió, sucediendo seguidamente lo que se le había prometido, ya que ni la harina, ni el aceite se acabó durante el tiempo de la escasez, pudiendo alimentarse y dar de comer a su hijo y a Elías.
Elías y la resurrección del hijo de la viuda.
Posteriormente el hijo de la viuda se enfermo gravemente y murió, la mujer desconsolada le reclamó al profeta de fuego el porqué había acontecido tal desgracia: “¿que te he hecho yo, oh varón de Dios? ¿has entrado en mi casa para renovar la memoria de mis pecados y en castigo de ellos hacer morir a mi hijo?”, (Libro III de Reyes, 17:18 - VL) (Libro I de Reyes, 17:18 - CR), Elías pidió que le diera al pequeño, lo llevó al aposento donde habitaba, lo puso sobre su cama y rezó junto al cadáver del niño, se encogiose sobre el niño tres veces, y clamó al Señor diciendo "¡Señor Dios mío! Ruégote que vuelvas el alma de este niño a sus entrañas" (Libro III de Reyes, 17:21 - VL) (Libro I de Reyes, 17:21 - CR), Yahvé oyó su voz y el alma del niño volvió a entrar en él y resucitó (éste es el primer caso de un resucitado que se narra en la Biblia). La madre al ver a su hijo vivo exclamó “Ahora acabo de reconocer en esto que tú eres un varón de Dios y que verdaderamente la palabra de Dios está en tu boca" (Libro III de Reyes, 17:22 - VL) (Libro I de Reyes, 17:24 - CR).
Elías y los 450 sacerdotes de Baal.
Al tercer año de la sequía, Dios ordenó a Elías que se presentara ante Acab pues haría llover. El profeta por conducto de Abdias se encontró con Acab, con lo que logró que el rey reuniera a todo el pueblo de Israel en el Monte Carmelo y también a los 450 profetas del falso Dios Baal. Estando todos reunidos pidió a los seguidores de Baal que pusieran un altar e hicieran una ofrenda sin que le prendieran fuego y otro lo haría él y en el que de igual forma no pondría fuego debajo, les dijo que invocaran a su Dios y que él lo haría con Yahvé, que ambos pedirían que cayera fuego del cielo para que quemara sus ofrendas, bajo la condición, de que el Dios que respondiera, sería el verdadero.
El profeta de fuego cedió la posibilidad de invocación a los partidarios del Dios falso, pues eran más, ellos llamaron a Baal desde la mañana hasta el medio día, sin encontrar respuesta, lo que ocasionó la burla de Elías que les dijo: “Gritad más recio; porque ese dios quizá está en conversación con alguno, o en alguna posada, o de viaje; tal está durmiendo, y así es menester despertarlo” (Libro III de Reyes, 18:27 - VL) (Libro I de Reyes, 18:27 - CR), pasado el medio día no hubo contestación, a pesar de que los sacerdotes se laceraron para ser escuchados.
Elías hace el altar de Dios con doce piedras, como las Tribus de Israel.
Entonces, pasado el mediodía y una vez que los sacerdotes de Baal no encontraron respuesta, Elías pidió al pueblo que se acercara a él, reparó el altar de Dios que había sido arruinado, lo formó con doce piedras de acuerdo al número de las tribus de los hijos de Jacob, después hizo un zanja alrededor del altar (en la que cupieran dos medidas de grano), preparo leña, cortó un buey en pedazos y lo puso sobre la madera, ordenó llenar cuatro cantaros de agua y que se derramasen sobre el holocausto en tres ocasiones, hasta que el agua se vertiera y llenara la zanja y dijo: “Oh Señor Dios de Abrahán, y de Isaac y de Israel, muestra hoy tú eres el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo, y que por tu mandato he hecho todas estas cosas. Óyeme, oh Señor, escúchame, a fin de que sepa este pueblo que tú eres el Señor Dios, y que tú has convertido de nuevo sus corazones” (Libro III de Reyes, 18:36-37 - VL) (Libro I de Reyes, 18:36-37 - CR), y después de la aclamación descendió fuego del cielo y consumió todo el sacrificio que había colocado en el altar (a pesar de que se encontraba lleno de agua), acto seguido, Elías con ayuda del pueblo sometió a todos los sacerdotes de Baal y los degolló en el arroyo de Cisón, posteriormente el hijo del hombre le dijo a Acab que volviera a su reino y que comiera y bebiera pues llovería, y con una gran precipitación, volvió el agua a Israel.
Elías en el Monte Horeb.
Cuando Jezabel supo lo que había sucedido dio orden de asesinar a Elías, por lo que éste tuvo que huir hacía Bersabee o Beerseba y posteriormente caminó por el desierto rumbo a Horeb, donde tuvo una gran depresión y deseó morir, pero Dios le envió un ángel que le trajo un pan y una jarra de agua, y con este alimento tuvo fuerzas para andar 40 días por el desierto y llegar al Monte Horeb o Sinaí, donde el ángel del Señor le dijo que debía dirigirse. Estando en una cueva en el Monte Santo llegó un violento huracán, pero ahí no estaba Dios, inmediatamente sucedió un espantoso terremoto, pero Dios tampoco se encontraba en él, seguidamente vino un fuego devorador, de igual forma Dios no estaba ahí, enseguida se sintió una suave brisa y con ella venía Yahvé, el Señor ordenó a Elías que volviera al desierto de damasco y ungiera a Hazael por rey de Siria, a Jehú como rey de Israel y a Eliseo para que fuere profeta en su lugar.
Elías se reencuentra con Acab.
El Rey Acab deseaba conseguir una finca que le agradaba, pero era propiedad de Nabot de Jezreel, mismo que no deseó venderla porque era herencia de sus padres, Jezabel ante la respuesta inventó un delito a Nabot, para que fuere apedreado y muriera, lo cual aconteció y con ello Acab se apoderó de la finca. Elías se presentó ante el rey y le anunció que por haber cometido semejante crimen, todos sus hijos varones serían asesinados y los perros se comerían a Jezabel en el muro de Jezreel.
Acab se asustó mucho y empezó a hacer penitencia, entonces Dios le avisó a Elías que por esas demostraciones de arrepentimiento, los castigos no llegarían sino hasta cuando hubiere muerto.
Elías hace descender fuego del cielo por segunda vez.
A la muerte del rey Aacab, fue rey de Israel su hijo, Ocozías (año 17 de Josafat rey de de Judá), el cual cayó en el mismo camino de su padre y madre, pues sirvió a Baal, posteriormente cayó de una ventana, sufriendo graves lesiones, por ello, mando emisarios para que consultaran a Beel-zebud o Baal-zebud Dios de Accarón o Ecrón, para saber si sanaría o no, lo que originó que el ángel del Señor ordenara a Elías que cortara el camino de los mensajeros y les dijera que regresaran con el rey, para que le preguntaran, ¿si no había Dios en Israel?, y que le indicaran que del lecho en el que se encontraba no se levantaría. El rey preguntó tenía ese hombre, que era un hombre cubierto de pelo y que tenía un cinturón de cuero, reconociendo de inmediato que era Elías el profeta. De inmediato envío a un capitán con cincuenta hombres, en dos ocasiones, para que fueran por Elías al monte donde se encontraba y lo trajeran a él, pero en ambas, ante el requerimiento el profeta contestó: “si yo soy varón de Dios, baje fuego del cielo que te devore a ti y a tus cincuenta” (Libro IV de Reyes, 1:10 - VL) (Libro II de Reyes, 1:10 - CR) y descendió fuego del cielo que consumió a los hombres; por tercera ocasión el rey envío a un capitán con cincuenta soldados, éste se puso de rodillas delante de Elías y le pidió que salvara su vida y también la de sus siervos que venían con él, entonces, el ángel del Señor habló al profeta para que descendiera con ese capitán al rey, pues con él estaría seguro; delante de Ocozías, le dijo las mismas palabras que había pronunciado, las cuales se cumplieron. Ocozías reinó sobre Israel dos años, a su muerte le sucedió su hermano Joram, en el año segundo del reinado de Judá del otro Joram, hijo de Josafat, éste a su vez hijo de Asa (Libro III de Reyes, 22:52 - VL) (Libro I de Reyes, 22:52 - CR).
Elías envía una carta al Rey Joram.
Joram, rey de Judá, anduvo en los caminos de la casa de Acab, porque tomó por mujer a una de sus hijas e hizo lo malo ante los ojos de Yahvé, entonces le llegó una carta del profeta Elías que decía, (Libro II de Paralipómenos, 21:12-15 - VL) (2 Cr. 21:12-15 - CR):
“21:12. Entonces le entregaron una carta del profeta Elías, en la cual estaba escrito: Esto dice el Señor Dios de tu padre David: Ya que tú no has seguido las pisadas de Josafat, tu padre, ni las pisadas de Asá, rey de Judá,
“21:13. sino que has andado por el camino de los reyes de Israel, y has hecho idolatrar a Judá, y a los habitantes de Jerusalén, imitando la impiedad de la casa de Acab, además de haber muerto a tus hermanos, estirpe de tu padre, harto mejores que tú;
“21:14. he aquí que te castigará el Señor con un terrible azote a ti y a tu pueblo, y a tus hijos y mujeres y a todas tus cosas.
“21:15. Tú en particular enfermarás de una dolencia de vientre tan maligna, que irás echando las entrañas poco a poco un día tras otro”.
Yahvé hirió con una enfermedad incurable en los intestinos a Joram y al final de dos años, se salieron de su cuerpo a causa de esa enfermedad, muriendo de graves dolores. Su pueblo no hizo una hoguera por él, como la habían hecho por sus padres y lo sepultaron en la Ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes; cumpliéndose una vez la palabra del profeta. Joram, reinó en Judá (Jerusalén), reinando en su lugar su hijo también llamado Ocozías.
Elías y Eliseo.
El profeta fue avisado por Dios de que iba a ser llevado al cielo, por lo que nombró como su sucesor a Eliseo, en compañía de éste llegó Elías al Río Jordán y con su manto lo tocó y se abrió en dos partes para que pasaran al otro lado sin mojarse los pies. Eliseo pidió como favor a Elías una doble porción de su espíritu sobre él, y el profeta le contestó que si lo veía cuando subiera al cielo se lo concedería; llegó un carro de fuego y se llevó a Elías al cielo, el discípulo lo vio mientras subía por las nubes, narrando: "Padre mío, Padre mío, carro armado de Israel, y conductor suyo. Y ya no lo volvió a ver más" (Libro IV de Reyes, 2:8-15 - VL) (Libro II de Reyes, 2:8:15 - CR), con lo que el espíritu de Elías reposó sobre Elíseo.
El cumplimiento de las profecías de Elías.
Más tarde llegó a ser rey de Israel, el general llamado Jehú (quien había sido mandado a ungir con óleo por Eliseo) el cual hizo asesinar a todos los hijos de Acab y mandó echar desde un balcón a Jezabel y a su caída la devoraron los perros, tal cual lo había profetizado el Profeta de fuego (Libro IV de Reyes, 9 y 10 - VL) (Libro II de Reyes, 9 y 10 - CR).