Nosotros le rendimos un culto por ser nuestra intercesora ante la Gracia del Altísimo, y por ser ella quien vela amorosamente por nuestros hogares, por nuestros hijos y por cada uno de nosotros, principalmente en los momentos de aflicción, dolor, angustia y gran necesidad.
Desde el segundo tiempo fuimos encomendados a su protección y cuidado en el misterio de las palabras que pronunció su Divino Hijo en el ara de la cruz, “Madre he ahí a tu hijo, hijo de ahí a tu Madre”, donde en la presencia de Juan el discípulo amado, todos los seres humanos fuimos entregados a su regazo maternal en el mismo instante de santificar su alma, al momento mismo de compartir sin merecerlo el dolor de la muerte de Jesús y con ello compartir también el sacrificio que nos daría el derecho a la resurrección.
En este Tercer Tiempo El Maestro Roque Rojas nos la manifiesta en su dulcísima advocación de la Virgen Dolorosa y le corona como Reina y Patrona de los Eliasistas; en esta presencia el Enviado Divino hace alusión a su misma madre la Sra. María Dolores Esparza, pero sobre todo se refiere al momento en que compartió La Santísima Madre María el sacrificio salvador de su hijo, el Hijo de Dios.
Sabemos también, que el número de letras con que se componen los nombres de DOLOROSA y PURÍSIMA es de ocho, número atribuido desde la antigüedad entre los cabalistas judíos al eterno femenino universal y que coincide también con el del ALTÍSIMO.
En el Oratorio de la Virgen Dolorosa, el culto de Hiperdulía debe realizarse todos los viernes obligatoriamente y cada que se haga el culto ordinario, a excepción del día primero del mes en que sólo se efectúa el culto de latría en todos los recintos.
Principalmente lo efectúa una sacerdotisa, quien oficia se coloca una estola de color azul eléctrico si el culto es a la advocación de la virgen dolorosa y una estola color azul celeste si el culto es a la advocación de la virgen purísima.